martes, 5 de abril de 2011

De la Terapia al Caos.


Las personas, como el clima, tienen comportamientos predecibles, pero también impredecibles. Nunca se pueden descubrir todos los factores que sobre ellas actúan.
Una persona puede encontrarse en ese punto que ustedes (¿Es Usted Psicóloga?)  llaman de bifurcación, donde debe optar por mantener su equilibrio original, con lo cual está postergando el caos o, bien, enfrentarlo, ir directo a él.
El Dr. M. L..... pensaba (soy veterano en tratamientos y escribo desde una casa de salud), que se debe, en estos casos, propiciar el caos, acentuar la destructuración que intenta evitar la persona en cuestión, favorecer la proliferación de circuitos de retroalimentación positiva. O bien, si la persona se encuentra ya en el caos, la labor terapéutica sería de contención y buscaría a ayudar a la persona a encontrar un símbolo personal que actuará como guía para la organización una nueva estructura.
De alguna forma es la lógica del sentido común, prescribir que hay que compensar una desviación con una conducta opuesta. Se trata, evidentemente, de un mecanismo de retroalimentación negativa que busca neutralizar las desviaciones sintomáticas.
Teóricamente, lo sabes tú mejor que yo, en ese momento uno se encuentra altamente sensibilizado a cualquier influencia externa que provocará grandes cambios, y el psiquismo funcionará caóticamente hasta el logro del nuevo estado de equilibrio. Eso dicen.  Eso entiendo.
Y todo esto que sucede con la persona, y todo esto que alguna ciencia intenta explicar, sucede, en un contexto de vida, existencia y circunstancia, y en un lugar que se llama ciudad, país, mundo y universo, que también suceden.
Esto crea multitud de percepciones, puntos de vista, y momentos distintos para cada persona y sobre cualquier cosa, difíciles de diagnosticar y predecir.
 No podemos predecir el clima, de qué lado caerá una moneda, ni que orientación o que figura se formará al momento de fumar, y ni siquiera sabemos por qué en algunos casos se da un infarto cuando todo parece estar bien, como si el corazón dijera “ya no me da la gana seguir”.  
Aquí existen dos posiciones:
1.- Todo guarda un “orden”. Lo que pasa, es que nuestra inteligencia no tiene capacidad de medir, estimar o predecirlo todo. Posición Determinista.
2.- Todo es un “desorden”. Lo que pasa es que nuestra inteligencia “cree” apreciar un orden.
La teoría del Caos, presume que este caos existe indudablemente, sí, pero que el caos no puede ser total. Si así fuera, no habría con que compararlo y podría llamarse también orden. El Caos para ser, tiene necesariamente que manifestarse como una sucesión repetida de orden y desorden.
Donde el “sistema” (llámese persona, planta, cosmos, etcétera, cualquier cosa que exista) tiene dos posibilidades: o bien continúa su proceso de caos progresivo y termina retornando a un estado anterior (por ejemplo el estado inorgánico al que llega una planta sin sol o agua), o bien ocurre, por azar, un acontecimiento que hará que el proceso evolucione hacia un orden creciente, alcanzando un nuevo estado de equilibrio llamado estructura disipativa.
Hábito laríngeo según el conductismo, embrujador de la inteligencia para Wittgenstein; función semiótica de acuerdo a Piaget, sistema de oposiciones y diferencias según Saussure, producto de transformaciones sintácticas para Chomsky, apaciguador de la agresividad para Freud, o modelo isomorfo del inconciente, según Lacan, el lenguaje fue, desde los sofistas griegos hasta nuestros días, el objeto y el motivo de agudas reflexiones y perplejidades varias, y tal vez sea mucho más lo que aún no se ha dicho, pero nos permite una conclusión:




"DEL ORDEN AL CAOS"
DE LORD ENA LCA"OS
E"DCA DEN LO RA L S"O
E" D A C E N D O R L A S " L O
DEL"CA AL OS D E"N OR
"DEL CASOALO RDE"N
"DEL CAOS AL ORDEN"

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